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lunes, 9 de mayo de 2016

MIOSTATINA Y FOLLICULINA

Una de las claves del rendimiento físico en muchos deportes, está en el grado de desarrollo de la fuerza y la potencia del músculo, y en la búsqueda de este objetivo se han ensayado cientos de programas de entrenamiento diferentes, suplementaciones dietarias, y por supuesto utilización de drogas y hormonas prohibidas.
Hace no mucho tiempo un equipo de investigadores (Mattew Kosteck, Univ. De Connecticut y Priscilla Clarkson Univ. De Massachusetts, y otros) están estudiando el grado de influencia de dos hormonas que juegan un papel fundamental en el desarrollo muscular: la MIOSTATINA y la FOLLISTATINA.
La primera tiene por función limitar el grado de desarrollo muscular, promovidos por otras hormonas como la IGF-1, la STH y los andrógenos anabolizantes (testosterona), para evitar un grado de crecimiento muscular exagerado, que provocaría por ejemplo insuficiencia del aparato cardio respiratorio para abastecer de oxigeno y nutrientes al músculo activo. También un crecimiento muscular desproporcionado puede afectar otras estructuras como las superficies articulares, meniscos, discos intervertebrales, etc.
La segunda, tiene la capacidad de inhibir, o bloquear los efectos de la primera, por lo cual su efecto indirecto es el de favorecer el crecimiento muscular. Entonces la Miostatina frena el desarrollo muscular y la Follistatina aumenta el crecimiento del músculo.
Ambas se producen de acuerdo a la información genética, que codifica la producción de estas sustancias. Y como sucede con cualquier gen que se analice, encontramos que estos tienen sutiles diferencias entre sí, según el sexo y la raza, que determinan los fenotipos de cada uno.
Los investigadores antes mencionados analizaron el tipo de gen de miostatina predominante en cada raza. Un aspecto interesante de estos hallazgos, fue poder correlacionar las distintas variables de los genes de miostatina (2379 A y 163 G), con aquellos que codifican el desarrollo de estructuras músculo esqueléticas, metabólicas, etc. Que sumadas todas juntas determinan la totalidad de los aspectos morfológicos y funcionales de cada persona. Es decir que naturalmente tendríamos un grado de desarrollo muscular, acorde con la capacidad cardio respiratoria, con la resistencia de los tendones, la calidad de los cartílagos articulares, , la capacidad bioenergética, etc.
La nutrición, el entrenamiento y el estilo de vida de cada uno es capaz de realizar cambios sobre este diseño básico, posibilitando el aumento del rendimiento físico  y deportivo. La gran pregunta que nos hacemos los médicos hoy en día es : ¿Cuál es el límite razonable que se debe respetar en cada persona? Tanto en la magnitud del desarrollo muscular, la edad de iniciación, la duración del entrenamiento, etc.

La razón de estas preguntas es una muy sencilla, los médicos debemos tratar de garantizar por sobre todas las cosas la salud de los deportistas. Para la Medicina no interesa mucho cuan alto llegue una persona en su carrera deportiva, sino cuan sano sea y que calidad de vida tenga en su tercera edad. Pues de nada vale una repisa llena de trofeos, o una abultada cuenta bancaria si no puede tener una vida plena por las secuelas que le ha dejado el entrenamiento de alta competencia.